Cuando Virginia Woolf (n. 25 de enero, 1882) escribió Un cuarto propio, reflexionó por qué en la historia de la humanidad han existido muy pocas mujeres ejerciendo como profesionales liberales (artistas, escritoras, trabajadoras independientes). En ese texto llegó a la conclusión de que habían tenido muy pocas o nulas oportunidades, pues su destino como sexo-género estaba vinculado a 'lo femenino', es decir, su realización dependía del matrimonio y el hogar. Ante esta circunstancia, Woolf proponía que una mujer debe tener un estudio propio y veinticinco mil pesos ($25,000.00 MX) al mes (*). Con ello surgiría la oportunidad para desarrollar alguna profesión liberal, y trascender.
Durante el siglo XX, las mujeres hemos conquistado varios derechos, como el voto, la educación, el matrimonio por bienes separados, el divorcio y el trabajo. Este último aspecto me parece relevante, ya que en la actualidad, tener un trabajo parece no haber resuelto el problema del ejercicio de una profesión liberal, la cual implicaría nuestra autonomía económica.
¿500 libras al año?
Quienes alcanzamos la preparación profesional gracias al esfuerzo de nuestras familias de clase trabajadora, aprendimos que al terminar la universidad podríamos aspirar a un buen puesto de trabajo, y con ello aseguraríamos una vida de mayor calidad para nuestras familias, comparada con la que tuvimos en nuestra infancia. Esta calidad de vida podría traducirse en treinta mil pesos mensuales ($30,000.00 MX), y con ello pertenecer a la añorada clase media.
Otro aspecto implícito en ofrecer una mejor calidad de vida para nuestras familias, significaría nuestra realización como 'mujeres'. Esto podría traducirse en hacernos 'responsables' de aquellas actividades constitutivas de 'nuestro género', como casarnos, tener hijos y ser responsables de la administración de nuestros hogares.
Como se ve, en nuestra realización se encuentra la lucha a partir de la escisión de nuestro ser. Por un lado buscamos la trascendencia como personas a través del ejercicio de nuestra profesión; por otro lado, nos siguen imponiendo la inmanencia como constitución de nuestro género, pues la realización social dependerá de la proclamación de nuestra 'condición femenina'.
Además, la realización profesional está sujeta a condiciones de explotación laboral. A pesar de que la Ley Federal del Trabajo estipula que la jornada laboral máxima es de ocho horas al día, en muy pocos lugares se respeta la disposición. El aumento de trabajadores 'de confianza' permite la explotación y falta de estabilidad laboral, la ausencia de servicios de seguridad social, así como la falta de ahorro para el retiro.
Además, de los 9.9 millones de profesionistas contratados en 2019, solo el 3.7% pertenece a las humanidades, ciencias biológicas y matemáticas. Estos números nos dicen que es muy difícil el desarrollo de las ciencias en nuestro país, ya que solo el 0.5% del PIB se destina a la investigación, a través de las universidades. Además la situación se complica, ya que las profesiones liberales perciben un salario aproximado de entre ocho mil ($8,000.00 MX) y diez mil pesos ($10,000.00 MX) al mes. Estas circunstancias derrumban nuestro sueño clasemediero, ya que nuestra percepción económica debería ser de treinta mil pesos ($30,000.00 MX), una cantidad similar a la propuesta por Woolf.
Para agravar la situación, las mujeres debemos cumplir con actividades 'propias de nuestro sexo' sin remuneración económica; significa que realizar deberes sexuales, maternales y del hogar, se traducen en una segunda jornada de trabajo que no tiene remuneración, pero su costo aproximado es de treinta mil pesos al mes ($30,000.00 MX). Esto representa un 27.6% del PIB.
Es decir, las mujeres mexicanas que provenimos de familias trabajadoras y tenemos una profesión liberal, nos dedicamos a actividades que no están relacionadas directamente con nuestras profesiones, por las cuales ganamos aproximadamente entre ocho mil ($8,000.00 MX) y diez mil pesos al mes ($10,000.00 MX). Además si vivimos en pareja y tenemos hijos, trabajamos un turno extra de ocho horas, el cual no es remunerado, pero tiene un valor aproximado de treinta mil pesos mensuales ($30,000.00 MX).
Por lo tanto, el pago real por nuestros servicios profesionales y en el hogar, trabajando diez y seis horas continuas, es de veinte pesos la hora ($20.00 MX); trescientos treinta pesos al día ($333.33 MX).
¿Una habitación propia?
El estudio como espacio de trabajo fue asociado durante varios siglos a los hombres de clase alta. Las esposas tenían como espacio la cocina, y el cuarto de tejido y bordado. Conforme las mujeres tuvieron acceso a la educación, descubrieron la importancia y la necesidad de tener un espacio de trabajo en la casa. Cuando son hijas, normalmente se encuentra en el dormitorio junto a sus hermanas; o pueden ocupar un espacio general, ya sea en la cocina, el comedor, la sala, o en cualquier lugar disponible para realizar actividades académicas.
El reto inicia con la vida independiente. Vivir sola y destinar una habitación para el estudio no supone un gran sacrificio. Cosa contraria ocurre al vivir en pareja, y es más complicado cuando tenemos hijos, pues los departamentos o pequeñas casas contemplan regularmente dos habitaciones, cocina, comedor y sala. Por eso, tener un estudio no es poca cosa, sobre todo cuando hablamos de profesiones liberales.
Ahora bien, tener un estudio tampoco implica que automáticamente nos convirtamos en profesionales liberales, de la misma forma que pagar la mensualidad del gimnasio no garantiza nuestro acondicionamiento físico. Virginia Woolf no profundizó en los retos de una mujer para ejercer la escritura; pero, Simone de Beauvoir (n. 9 de enero, 1908) dedica un capítulo entero de su célebre libro El segundo Sexo.
De acuerdo con De Beauvoir, los retos para la mujer que desea dedicarse a las profesiones liberales son:
- Tener una formación seria
- Ver la profesión liberal como un trabajo serio
- Ser disciplinada
- Perseverar y esforzarse constantemente
- Poseer y desarrollar una técnica sólida
- Dedicar muchas horas al trabajo en solitario
- Destruir y construir hasta que lo deseado se acerque a la perfección
- Aceptar los errores como caminos hacia el progreso
- Eliminar el complejo de inferioridad
- Evitar las trampas, espejismos o clichés relacionados con la 'sensibilidad femenina', la inmanencia y la pasividad
De Beauvoir afirmó que la profesional liberal necesita aprehender el universo a través de la trascendencia, y esta se encuentra en la embriaguez, la libertad, el descubrimiento del mundo y su violencia. La filósofa está consciente que es muy difícil lograr la libertad, puesto que hay un mandato de masculinidad que tiene su cara más grotesca en los feminicidios (**). Sin embargo, apuesta por la búsqueda constante del movimiento, en vez de seguir el dictado de la pasividad.
El reto de la profesional mexicana
Ciudadanas de un país tercermundista que se dice en desarrollo, las mujeres mexicanas tenemos un doble reto, como personas y como profesionales. Sin embargo, creo que todas podemos pensar en una vía común para nuestros logros.
Debido a las circunstancias laborales, requerimos independencia económica y estabilidad. Si el trabajo actual no lo ofrece por las pésimas condiciones obrero-patronales, podemos tomar las riendas de nuestro futuro económico. Ya podemos inscribirnos como trabajadoras independientes ante el IMSS, y existe la opción para las profesionales liberales. Este nuevo esquema abarca una protección completa de nuestra salud, y de nuestra familia. Si las condiciones lo permiten, podríamos ampliar esta cobertura con algún otro esquema privado.
También debemos darnos de alta en el SAT como profesionistas, ya sea con actividades empresariales o con actividades académicas. El miedo que nos inculcan hacia el SAT se debe a una profunda ignorancia por parte de nuestras familias y las personas que nos han formado; incluso, la situación se agrava en las humanidades, pues existe el prejuicio de que la gente dedicada a las letras, a la reflexión o a las ciencias no puede entender nada de números. Suprema ignorancia. El voto implica también pagar nuestros impuestos. Además, las declaraciones están siempre a nuestro favor, por lo que existen beneficios económicos al ejercer la ciudadanía.
Por último, el mayor de los retos será destinar el tiempo necesario a nuestra profesión liberal. Cada mujer tiene su propio contexto, por lo que el feminismo cobra una importancia vital. En el momento en que la mujer asuma su condición de doble explotación (laboral y en el hogar), tal vez podrá abrir una ventana para exigir una vida equitativa.
Si es soltera, tal vez trabajará y dedicará ocho horas a su trabajo remunerado, y ocho horas para el ejercicio de su profesión. Si vive en pareja, deberá afrontar las batallas diarias para que el trabajo no remunerado se divida en ambos integrantes, y así disponga de tiempo para su preparación profesional.
En el ámbito creativo el reto será completamente personal y al mismo tiempo, político. La única manera de ver nuestra profesión liberal como algo serio, será obteniendo ingresos económicos por nuestra labor. De otra forma, habremos caído en el espejismo de la pasividad, en el cliché de la inmanencia. Pensar que una profesión liberal significa perder el tiempo, hacer algo 'mientras me caso', o un pasatiempo que se realiza a expensas del dinero de un marido o el amante, significa que nos hemos rendido ante el mandato de la masculinidad.
Retomemos nuestra lucha a partir de la educación que amorosamente nos ha heredado la familia. Saquemos provecho de nuestros estudios universitarios. Abracemos nuestra profesión liberal con amor y con respeto. No bastan las quinientas libras al año y el cuarto propio. Será necesario que respetemos nuestras profesiones para buscar en todo momento vivir de ellas. Creemos relaciones interindividuales, hagamos llamadas al otro. Busquemos la trascendencia de nuestra condición humana, para poder plasmada en nuestras creaciones. Venzamos al eterno femenino.
(**) Si bien la autora no utiliza los conceptos de Marcela Lagarde, las referencias y ejemplos son bastante explícitas hacia esa condición.
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