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Mostrando las entradas de septiembre, 2023

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L10. "El hombre muerto", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

  Arte digital generado desde  Ideogram AI Nuestra charla será el viernes 29 de septiembre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  El desierto y otros cuentos , 1924. El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres , la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla . Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo. Ya estaba tendido en la gramilla, acostado sobre el lado derecho, tal como él quería. La boca, que acababa de abrírsele en toda su extensión, acababa también de c

L9. "El síncope blanco", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

  Arte digital generado desde  Ideogram AI Nuestra charla será el viernes 22 de septiembre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  El desierto y otros cuentos , 1924. Yo estaba dispuesto a cualquier cosa; pero no a que me dieran cloroformo. Soy de una familia en la que las enfermedades del corazón se han sucedido de padres a hijos con lúgubre persistencia. Algunos han escapado —cuentan en mi familia— y según el cirujano que debía operarme, yo gozaba de ese privilegio. Lo cierto es que él y sus colegas me examinaron a conciencia, siendo su opinión unánime que mi corazón podía darse por bueno a carta cabal, tan bueno como mi hígado y mis riñones. No quedaba en consecuencia sino dejarme aplicar la careta, y confiar mis sagradas entrañas al bisturí. Me di, pues, por vencido, y una tarde de otoño me hallé acostado con la nariz y los labios llenos de vaselina, aspirando ansiosamente cloroformo, como si el aire me faltara. Y es que realmente no había ai

L8. "Una bofetada", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

  Arte digital generado desde  Image AI Nuestra charla será el viernes 8 de septiembre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  El salvaje , 1920. Acosta, mayordomo del Meteoro que remontaba el Alto Paraná cada quince días, sabía bien una cosa, y es ésta: que nada es más rápido, ni aun la corriente del mismo río, que la explosión que desata una damajuana de caña lanzada sobre un obraje. Su aventura con Korner, pues, pudo finalizar en un terreno harto conocido de él. Por regla absoluta –con una sola excepción– que es ley en el Alto Paraná, en los obrajes no se permite caña. Ni los almacenes la venden, ni se tolera una sola botella, sea cual fuere su origen. En los obrajes hay resentimientos y amarguras que no conviene traer a la memoria de los mensú. Cien gramos de alcohol por cabeza, concluirían en dos horas con el obraje más militarizado. A  Acosta no le convenía una explosión de esta magnitud, y por esto su ingenio se ejercitaba en pequeños cont

L7. "La miel silvestre", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

Arte digital generado desde  Image AI Nuestra charla será el viernes 1 de septiembre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  Cuentos de amor, de locura y de muerte , 1917. Tengo en el Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a sus doce años, y a consecuencia de profundas lecturas de Julio Verne, dieron en la rica empresa de abandonar su casa para ir a vivir al monte. Este queda a dos leguas de la ciudad. Allí vivirían primitivamente de la caza y la pesca. Cierto es que los dos muchachos no se habían acordado particularmente de llevar escopetas ni anzuelos; pero, de todos modos, el bosque estaba allí, con su libertad como fuente de dicha y sus peligros como encanto. Desgraciadamente, al segundo día fueron hallados por quienes los buscaban. Estaban bastante atónitos todavía, no poco débiles, y con gran asombro de sus hermanos menores —iniciados también en Julio Verne— sabían andar aún en dos pies y recordaban el habla. La aventura de los dos