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Mostrando las entradas de enero, 2021

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Historia del pájaro que habla, del árbol que canta y del agua de oro

Hacía muy poco tiempo que el príncipe Korustcha había ocupado el trono por muerte de su padre, cuando una noche en que recorría las calles de su capital, como lo hacía habitualmente, disfrazado, para enterarse de lo que pasaba y proceder con más justicia en sus decisiones, oyó al pasar cerca de una ventana entreabierta la conversación de tres jovencitas. Se detuvo el sultán y observó sin ser visto. Y decía la mayor: — ¡Ay, si yo me casara con el panadero del sultán! Siempre comería de esos sabrosísimos panes que sirven en la mesa del palacio. Y dijo después la mediana: — ¡Ay, si yo me casara con el cocinero del sultán! Siempre comería de esos sabrosísimos platos que sirven en la mesa del palacio. — ¡Ay, si yo me casara con el sultán! Es joven, buen mozo, y así yo sería la sultana. Sus dos hermanas la miraron y se echaron a reír, al tiempo que el sultán continuaba su camino por las obscuras callejuelas de su capital. A la mañana siguiente ordenó que las tres hermanas fuera

"Romper el cerdito", Edgar Keret

  Mi padre no se avino a comprarme un muñeco de Bart Simpson. Y eso que mi madre sí quería, pero mi padre no cedió y dijo que soy un caprichoso.  —¿Por qué se lo vamos a tener que comprar, eh? —le dijo a mi madre—. No tiene más que abrir la boca y tú ya te pones firme a sus órdenes.  Mi padre añadió que no tengo ningún respeto por el dinero, que si no aprendo a tenérselo ahora que soy pequeño, cuándo voy a aprenderlo. Los niños a los que les compran sin más muñecos de Bart Simpson se convierten de mayores en unos gamberros que roban en los quioscos porque se han acostumbrado a que todo lo que se les antoja se les da sin más. Así es que en vez de un muñeco de Bart Simpson me compró un cerdito feísimo de cerámica con una ranura en el lomo, y ahora sí que me voy a criar siendo una persona de bien, ahora ya no me voy a convertir en un gamberro.  Lo que tengo que hacer, a partir de hoy, todas las mañanas, es tomarme una taza de cacao, aunque lo odio. El cacao con telilla de nata es un sheke