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Mostrando las entradas de octubre, 2023

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L12. "Más allá", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

  Arte digital generado desde  Ideogram AI Nuestra charla será el viernes 13 de octubre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  Más allá y otros cuentos , 1935. —Yo estaba desesperada —dijo la voz—. Mis padres se oponían rotundamente a que tuviera amores con él, y habían llegado a ser muy crueles conmigo. Los últimos días no me dejaban ni asomarme a la puerta. Antes, lo veía siquiera un instante parado en la esquina, aguardándome desde la mañana. ¡Después, ni siquiera eso! Yo le había dicho a mamá la semana antes: —¿Pero qué le hallan tú y papá, por Dios, para torturarnos así? ¿Tienen algo que decir de él? ¿Por qué se han opuesto ustedes, como si fuera indigno de pisar esta casa, a que me visite? Mamá, sin responderme, me hizo salir. Papá, que entraba en ese momento, me detuvo del brazo, y enterado por mamá de lo que yo había dicho, me empujó del hombro afuera, lanzándome de atrás: —Tu madre se equivoca; lo que ha querido decir es que ella y yo—¿

L11. "El desierto", Horacio Quiroga | Clásicos del terror

Arte digital generado desde  Ideogram AI Nuestra charla será el viernes 6 de octubre de 2023 a las 20:00 hrs., por Facebook Live Texto publicado por primera vez en  El desierto y otros cuentos , 1924. La canoa se deslizaba costeando el bosque, o lo que podía parecer bosque en aquella oscuridad. Más por instinto que por indicio alguno Subercasaux sentía su proximidad, pues las tinieblas eran un solo bloque infranqueable, que comenzaban en las manos del remero y subían hasta el cenit. El hombre conocía bastante bien su río, para no ignorar dónde se hallaba; pero en tal noche y bajo amenaza de lluvia, era muy distinto atracar entre tacuaras punzantes o pajonales podridos, que en su propio puertito. Y Subercasaux no iba solo en la canoa. La atmósfera estaba cargada a un grado asfixiante. En lado alguno a que se volviera el rostro, se hallaba un poco de aire que respirar. Y en ese momento, claras y distintas, sonaban en la canoa algunas gotas. Subercasaux alzó los ojos, buscando en vano en