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L6. "K'ankabil Ook", Gricelda Pech Huchin | Narraciones mayas de Campeche


Arte digital generado desde Ideogram AI

Nuestra charla será el viernes 26 de abril de 2024 a las 20:00 hrs., por Facebook Live


Narrado por Gricelda Pech Huchin, de 60 años, originaria de Cumpich, Hecelchakán, Campeche


Versión castellana

Kancabil Oc

Hubo una vez, había un hombre al que le decían Kancabil Oc, el hombre pobre. Y esto te lo voy a platicar en maya, porque nosotros hablamos maya y el español casi no lo sabemos. Porque fue hace mucho, en la época en que éramos niños, que lo aprendí. ¡Fue hace mucho que lo aprendí! Pues dicen que esa persona era un hombre muy pobre. Dicen que era muy pobre, no tenía una buena casa, sólo tenía una casita de huano. Vivía en su humilde casa que era así, de puro bajareque.* Tenía a su esposa y un pequeño bebé, tenía un cochinito, y un perrito y un gatito. Un día le dijo a su esposa:

—Mujer, somos muy muy pobres. ¿Cómo vamos a vivir? ¿Cómo voy a alimentar al bebé, que todavía está muy chiquitito? Voy a ir a pescar para que vendamos pescado.

Y dicen que se fue, y cuando llegó a la orilla del mar dijo:

—¡Dios, permíteme que pueda yo pescar para que pueda yo sobrevivir con mi esposa y mi hijo!

Entonces ahí mismo se sentó bajo la sombra de un árbol que estaba ahí cerca. Fue en ese momento que vio a una muchacha salir de en medio del mar. Dicen que era hermosísima esa muchacha. Ella le habló al pescador y le dijo:

—Hombre pobre, ¿por qué estás triste? ¿En qué piensas?

Y él le contestó:

—Pues estoy preocupado porque no tengo nada que comer. Vine a pescar pero no hay peces.

Entonces ella le dijo:

—No te preocupes. Si me prometes y si me juras que me darás lo que tienes en tu casa, te daré peces para que pesques todos los días y puedas venderlos. Te vas a volver rico, y vas a poder construir una buena casa.

Entonces él dijo así:

—Ay, mujer divina, ¿qué es lo quieres de mí? Tengo un cochinito, tengo un gatito.

—No es eso lo que quiero.

—Tengo un perrito.

—Tampoco es eso lo que quiero.

—Pues tengo un bebito…

—¡Eso es lo que quiero! —le dijo la muchacha—. Si me traes al bebé, serás rico durante toda tu vida.

Cuando el pescador llegó a su casa, le platicó a su esposa lo que había sucedido. Y entonces su mujer le dijo:

—¡Pues qué le vamos a hacer! Debido a nuestra pobreza voy a perder a mi bebé. ¡Llévaselo para que tengamos algo para comer!

Agarraron al pequeño niño y se lo llevaron a la sirena. Se lo entregaron a la muchacha, a la sirena del mar, que era la reina y dueña del mar. Ella tomó a ese pequeño niño y así fue llevado al fondo del mar.

Cuando se dio cuenta el señor, se estaba haciendo rico. Tuvo para tener una buena casa, y tenía de todo. Se hizo muy rico. Entonces, cuando el muchachito cumplió los dieciocho años, la sirena le dijo:

—Ve a conocer a tu papá y a tu mamá. Vamos, yo te llevo.

Y lo sacó a la orilla del mar. El muchacho se fue, pero la sirena le había dicho:

—Cuando veas una hermosa casa pintada de azul, ésa es la casa de tu papá y tu mamá. Pero una cosa te digo: no vayas a comer nada ahí, ni tampoco vayas a agarrar nada ahí. Así como vas a ir, así tal cual vas a regresar.

—Está bien —dijo él.

Y se fue. Cuando llegó, y vio la casa, dio los buenos días y entró. Entonces le dijeron:

—¿Y Usted quién es, señor? —preguntó su mamá.

—Pues a mí me mandaron a decirles que tú eres mi mama y tú eres mi papa. Y vine a visitarlos.

—La señora se levantó y quiso abrazarlo, pero el muchacho les dijo:

—No, no me abracen. Porque a mí me dijeron que por favor no me abracen.

Entonces la señora le preguntó:

—¿Por qué?

—Porque eso me dijo mi señora.

—Está bien —dijo su mamá.

El muchacho se fue a acostar y se durmió inmediatamente. Entonces su mamá dijo:

—Pobre de mi hijo, ahí donde va al fondo del mar siempre está oscuro. Y como siempre está oscuro, nunca ha visto a la sirena que lo crió. Sólo escucha su voz porque viven en las tinieblas.

Entonces fue y agarró unos cerillos y una vela, y se los metió en el bolsillo a su hijo. Después, el muchacho se despertó y les dijo que se tenía que ir.

—Está bien hijo, vete.

Se fue, y entró de nuevo ahí mismo de donde lo habían sacado. La sirena vino otra vez por él, lo tomó y se lo llevó. Pero cuando llegó al fondo del mar empezó a pensar y se dijo:

—Hubiera tomado lo que me daba mi mamá, eso que se enciende así, para que pudiera yo conocer este lugar donde vivo. ¡Para que pudiera yo ver a la sirena, para que la conozca!

Así empezó a revisar sus bolsillos y sintió que había algo en ellos. Lo sacó y encendió la vela, la encendió y fue a alumbrar a la sirena que estaba durmiendo. Estaba durmiendo, pero dicen que era hermosísima. Y mientras la alumbraba, estaba contemplando su belleza. Pero en eso, que se derrite la vela, ¡y la cera goteó sobre el pecho de la sirena! Ella lanzó un manotazo así, y al pobre muchacho lo lanzó hasta la orilla del mar, porque la había desobedecido.

Cuando salió del mar, pues no sabía trabajar, no podía hacer nada para ganarse la vida. No sabía nada, no conocía ese lugar donde estaba. Entonces empezó a llorar. Sólo estaba llore y llore. Se dirigió a un pueblo, y cuando llego ahí comenzó a pedir trabajo. Y el rey de ese lugar le dijo:

—Sí tengo trabajo para ti, pero de jardinero, regando las rosas. Ven a regarlas.

El muchacho entró así al jardín del palacio. Estaba sentado regando las flores pensativo y con una cara muy triste, cuando una muchacha que era hija del rey le preguntó:

—¿Por qué estás tan pensativo? ¿Qué, no te gusto?

—No, no es lo mismo —le respondió el muchacho—, porque esta flor no se compara con la flor de donde vengo, que es bellísima. La rosa de donde yo vengo no se compara con ninguna otra —dijo.

—¿Qué acaso no es como yo? —le preguntó la princesa.

—No, no es como tú —le dijo.

Había otras tres princesas y las tres princesas se presentaron ante él, pero ninguna le gustó. Entonces el rey le dijo a sus hijas:

—Pues como no quiere tomar a ninguna de ustedes por esposa, vamos a matarlo. Vengan, vamos a matarlo. ¿Qué anda buscando aquí? ¡Ha despreciado a mis hijas! Yo soy un rey, ustedes son princesas y él las está despreciando. Pues vengan, vamos a matarlo.

Así fue que escogieron el día en que lo matarían, y también la hora: a las doce del día. El pobre muchacho lloraba, porque lo iban a matar. Así es, empezó a llorar.

—Ya casi es hora —pensaba—, quizás falte como una hora para que me maten.

Entonces vio venir a una paloma que entró por la ventana. La palomita se sacudió, y se levantó. ¡Era la sirena convertida en princesa!

—Preséntame con el rey —dijo.

Y a la princesa la presentaron ante el rey y así salvó al muchacho, no lo mataron. Así fue que casaron al muchacho y a la princesa, y les dieron el palacio del rey como regalo. Y vivieron felices para siempre. Así se acaba, así termina el cuento.

Bajareque. Es una construcción que consiste sólo de palos amarrados, en maya, kolóoxche’. (Nota del traductor)

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Versión maya

K'ankabil Ook

Yaan jump'éel máak bine', u k'aaba bine' K'ankabil Ook. Lela', maaya ken in wa'alik teech. Tumen to'one', maaya k t'anik. Casi españole' ma' k ojeli'. Pues tu tiempoe' paalalo'one', lela', úuch in kanej. Ma' táant in kanike'. Le máak bino', jump'éel máake' jach óotsil. Óotsil bin, mina'an u chan taanaj ma'alob, chéen jump'éel chan naj bin de chan xa'an. Kajakbal tu chan taanaj beya', chéen de chan kolóoxche'. Yaan u yatan. Yaan juntúul u chan hijo bin. Yaan bin juntúul u chan k'éek'en, u chan alak' peek', u chan alak' miis. Je'elo', ku ya'alik bin ti' u yatano':

—Ko'olel, jach táaj óotsilo'on. ¿Bix kéen kuxtal? ¿Bix kéen in tséentik in chan hijo, todavía chichan? Nika'ajen in chuk le kayo' ka k konej.

Je'elo', ka túun bin bini'. Ka bin k'uch te' jáal le ja' bino', ku ya'alik bine':

—Dios —ki bin—, ts'a teen uti'al in chukik le kayo', ¡uti'al in kuxtal yéetel in watan yéetel in chan hijo!

Je'elo', ka bin kulaji' bin bey tu bo'oy le che'a'. Chéen bin ka bin tu yil u jóok'ol bin jump'éel xch'úupaal bin chúumuk le ja'o', pero jach táaj jats'uts bin le xch'úupaalo'. Ka bin t'a'anij, ka bin a'ala'ab ti'e':

—K'ankabil Ook, ¿ba'axten tristeech? ¿Ba'ax ka tuklik?

Ka bin tu ya'alaje':

—Pues tene' tin tuklik mina'an ba'al in jaantej. Taalen in chuk le kayo', pero mina'an.

Ku ya'ala'al bin ti'e':

—Ma' a tuklik —ku ya'ala'al bin ti'e'—, wa ka' a prometert ti' teen, ka wa'alik teen de que je'el a ts'aik tene' le ba'ax yaan ich a taanajo', kin ts'aik teech kay uti'al a chuk sáansamal uti'al a konej. Yaan a ayik'altal. Yaan a meentik a taanaj ma'alob.

Ka tu ya'alaj bin beya':

—Aay, xunáan —ki bin—, ¿pero ba'ax túun le ka k'áatik teno'? Yaan teen jump'éel chan k'éek'én. Yaan teen jump'éel chan miis.

—Ma' leti'.

—Yaan teen jump'éel chan peek'.

—Ma' leti' xane'.

—Yaan teen jump'éel chan nene'…

—Leti' je'elo' —ki bin le ch'úupalo'—. Wa ka taas teen le chan nene'o', ka ayik'altal uti'al tuláakal a kuxtal.

Ka bin k'uch tu taanaje', ka bin tu ya'alaj ti' u yatan. Ka bin tu ya'alaj le ko'olelo':

—¡Pues ba'an mas! Yo'olal in wóotsilile', yaan in perdertik in nene'. ¡Bisej ka yaanak ba'al k jaantej!

Ka tu macho'ob bin le chan xi'ipalo' ka tu biso'ob ti'. Le túun bin le xch'úupalo', u sirena bin le ja'o', u nojochil yuumil le ja'o', ka bin tu k'ubjot ti'. Je'elo', le túun le chan xi'ipaalo', ka jma'ach bine', ka bin bisa'ab tu taamil le ja'o'.

Chen ka tu yilaj bin u papae', tu yaantal u taak'in. Tu yaantal u alcanzart u taanaj, tuláakal. Ayik'alchajij. Je'elo', dieciocho años bin yaan ti' le chan xi'ipalo', ka bin tu ya'alaj ti' le ch'úupal bino':

—Xen a k'ajóolt a paapa yéetel a maama. Ko'ox ka' in bisech.

Ka tu jo'osaj bin jáal le ja'o'. Ka bin bini'.

—Le ken a wil le naj jats'uts de azul, bona'anile', u taanaj a paapa yéetel a maama. Ka bin bini'.

—Pero ba'ax kin wa'alik teche', ¡bik xi'ikech a jaant mixba'ali', bik xi'ikech xan a ch'a' mixba'al! Teche', chéen bey ka bino', bey xan ka suut.

—Ma'alob —ki bin.

Ka jbinij. Ka bin k'uche', ka tu yilaj le najo', ka tsiiknaje', ka okij. Ka bin tu ya'alaje':

—¿Máaxech túun beya', ts'uul? —ki bin u maama.

Ka bin tu ya'alaje':

—Pues tene', túuxta'aben in wa'al te'ex, in maamaech bin, in papáech bin. Taalen in xíimbate'ex.

Ka bin líik' le nojoch máako', ka bin tu yóot u méek'ej. Ka bin tu ya'alaje':

—Ma', ma' a machikene'ex. Tumen tene', a'ala'ab tene' ma' a machikene'ex.

Ka bin tu ya'ala'aj bin le ko'olelo':

—¿Ba'axten?

—Tumen bey tu ya'alaj teen in xunáanil.

—Ajan —ki bin.

Ka bin chilaj bin le xi'ipalo'. Ka bin jáan weenij. Ku ya'alik bin le u maama bino':

—Óotsil in hijoa'. Ken xi'ike', ée'joch'e'en tu'ux yaan. Ma' bin u k'ajóol le xch'úupaal máax tséentiko'. Chéen ku yu'ubik u voz. Tumen ich ée'joch'e'enil bin kaja'ano'ob.

Je'elo', ka' bin tu mach le posporo yéetel le kibo'. Ka bin tu jupaj tu bolsa beya'. Je'elo', le xi'ipalo' ka tu ya'alaj tu bin. Ku ya'alik:

—Maama, táan in bin.

—Ma'alob hijo, xeen.

Ka bin, ka binij. Ka bin ok tu'ux jo'osa'abo'. Ka bin ka' taal, ch'a'abil, ka bisa'abij. Je'elo', ka bin k'uche' ka bin jo'op' u tuklik. Ku ya'alik bine':

—Ma' wáaj kin ch'a' ka'ach le ba'ax ku ts'aik teen in maama, le ku t'a'abal beya', uti'al in wilik bix aniken weye', ¡uti'al in wilik le xch'úupal, kin k'ajóolta'! Ka bin tu beetaj beya'. Ka tu yu'ubaje' tia'an le ba'ax tu bolsae'. Ka tu jo'osaj ka bin tu t'ab le kibo'. Ka bin tu t'abe' ka bin bin u tíich'k'a'at le xch'úupal ku wenelo'. Pero tu wenel, jach táaj jats'uts bin. Ka bin tu tíich'k'a'ate', tu cha'antik bin beya'. Ma' kaj bin yíib le kiibo'. Ka bin ch'áaj tu yiim le xch'úupalo', ka bin tu meent u k'ab bin beya'. Leti'e', le chan óotsil xi'ipal bino', jáal ja' bin pikch'inta'abij. Tumen tu desobedecert le xch'úupalo'.

Ka bin jóok'e', ma' bin u yojel meyaji', mixba'al ti' ku yutstal u kuxtal. Mixba'al u yojel. Ma' u k'ájóol le lugaro'. Ka bin jo'op' u yok'ol. Chéen bin tu yok'ol bin. Ka bin bin ti' jump'éel kaaj. Ka bin k'uch ti' le kaajo', ka bin jo'op' u k'áatik meyaj. Ka bin tu ya'alaj bine', le reyo':

—Yaan teen meyaj, jóoyab lool, jóoyab rosa. Ko'oten a jóoyabtej.

Ka bin okij. Kulukbal bin tu jóoyabtik bin le loolo'obo', sen triste u yich, tu tuukul. Ka bin a'ala'ab ti' tumen le ch'úupaalo':

—¿Ba'axten ka tuukul? ¿Ma' wáaj jats'uts a wilikeni'? —ki bin.

Ka bin tu ya'alaje':

Ma', ma' iguali', ma' tu ketik lool tu'ux luk'eno', jach táaj jats'utso'. Le rosa tu'ux lúuk'eno', mina'an uláak' beyo' —ki bin.

—¿Ma' wáaj túun bey je'exena? —ki bin le xch'úupalo'.

—Ma', ma' beyecho' —ki bin ti'.

Je'elo', uláak' óoxtúul bin le ch'úupalo', tu yóoxtúulal bin taal u ye'esubáaj, pero ma' uts tu yichi'. Ka túun bin tu ya'alaj le reyo':

—Bey ma' tu ch'a'ike'exo', nuka'ajo'on kíinsej. Ko'one'ex kíinsik. ¿Ba'an ku kaxtik waye'? Tu despreciart in paalal. Tene', reyen; te'exe', princesa'ex, ¡tu despreciartike'ex! Pues ko'one'ex kíinsik.

Le ka bin tu ts'ajo'ob bin u diaile' uti'al u kíinsiko'ob. U oorail, las doce uti'al u kíinsiko'obe'. Tu yok'ol óotsil xi'ipal. Nuka'aj kíinsbil. Je'elo', ka bin jo'op' u yok'ol.

—Ta'aytak u yooratal. Míin tak jump'éel oora u bin in kíinsa'al.

Ka bin tu yilaj jump'éel chan paloma beya', ka ok te' ventana bino'. Ka bin tu tíitubáaj bin le chan palomao'. ¡Leti' le xch'úupalo' le bin wa'alaj bin! Ka bin tu ya'alaje':

—Presentarten ti' le reyo' —ki bin.

Ka bin presentarta'ab bine' le princesao', ka tu salvart le xi'ipalo', ma' kíinsa'abe'. Ka ts'o'oksa'ab u beelo'ob ka ts'a'ab u palacio rey ti'ob. Bey bin kuxlajo'obo'. Bey ti' náake', ti' ts'o'ok le cuento.


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REFERENCIA: Can Canul, César y Rodrigo Gutiérrez Bravo (2016). Narraciones mayas de Campeche. Ciudad de México: Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. Recuperado de: https://site.inali.gob.mx/publicaciones/narraciones_mayas_campeche.pdf

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