Ir al contenido principal

Tiempo de lectura

El poder de la literatura | Damiana Leyva-Loría

 


El canon literario en el México del siglo XXI, reconoce como "verdadera literatura" aquellas obras que "retratan la realidad de nuestro país". Desafortunadamente, nuestro contexto tiene como grandes temas tanto los feminicidios como el narcotráfico. Por lo tanto, es altamente probable que los premios a las mejores obras literarias estén relacionadas con uno de estos temas (o ambos).

Si la función de la literatura es ser referente de la realidad, ¿en qué posición se encuentran las obras fantásticas, las de ciencia ficción, o las de terror, por no hablar de la comedia? El planteamiento de esta pregunta, da cuenta de un posible error en la premisa de "lo literario". 

Por lo tanto, en las siguientes líneas describiré algunos conceptos y reflexiones sobre el tema desde la visión de pensadores que, a mi parecer, ofrecen respuestas lógicas y fundamentadas. Creo que estas propuestas nos ayudan a entender mejor el poder de las historias en la sociedad, porque ofrecen un diálogo, no una imposición. Está de más decir que, al ser las propuestas que mejor describen el estado de la cuestión, me adhiero a ellas con todas las implicaciones que esta posición conlleva.

Funciones

Así como los textos informativos, persuasivos y apelativos se escriben con una función específica (enseñar, persuadir, hacer transacciones), lo mismo ocurre con los textos narrativos. Es importante mencionar que este concepto no solo incluye a los textos escritos, también entenderemos como textos narrativos las películas, series, telenovelas, canciones, comics, videojuegos y otros similares.

Los textos narrativos tienen la función de entretener.

Sí, entiendo que la palabra 'entretenimiento' causa resquemor en algunos círculos especializados sobre literatura, porque les hace pensar que es una función muy "pobre", "sin importancia", o "poco digna". Sobre todo porque nuestro referente directo es la industria del entretenimiento norteamericano, o incluso el contenido regular de las redes sociales.

Hace bastantes siglos, Aristóteles expuso que el fin de la literatura debía ser la catarsis de las afecciones, y que ésta se lograría a través del conocimiento de las decisiones y acciones de los personajes, sin algún tipo de explicación.

En el siglo XX, Robert McKee reflexionó acerca de las palabras del estagirita en la industria del cine, y aplicó los conceptos modernos de emoción estética o entretenimiento. Para él, ambos conceptos pueden utilizarse indistintamente, pues implican obtener una experiencia intelectual y emocionalmente satisfactoria. El autor explica que nuestra vida intelectual nos prepara para experiencias emocionales que nos llevan a tener nuevas percepciones, que a su vez alteran la química de nuevos encuentros

El requisito indispensable para que un texto narrativo produzca emoción estética, es que debe producir primero la experiencia intelectual, y acto seguido la experiencia emocional. También es indispensable que se produzca el mismo nivel de intensidad en ambas experiencias.

Nuestra vida real ofrece muy pocas experiencias que provoquen emociones estéticas. Sin embargo, el poder de las historias radica en que, a través de ellas sí es posible vivir epifanías con mayor regularidad.

Como se ha podido advertir, la función, o el poder de las historias es enorme. Es el único tipo de texto que está diseñado para lograr la catarsis. Si las historias tienen esta relevancia fundamental, ¿por qué en algunos círculos existe el afán reduccionista hacia los textos narrativos?

En contra de la hermenéutica

Una posible respuesta radicaría en la edad de los estudios literarios. En 2017 apenas se cumplieron los primeros cien años de la democratización de esta variante de las humanidades. Digo que este campo es bastante joven y democrático, si comparamos las centurias en las que gobernó la hermenéutica como única tradición para la interpretación literaria. 

La hermenéutica inició con el estudio de la biblia, pues el objetivo era prescribir cuál debía ser la "única" interpretación, la interpretación "verdadera" de las sagradas escrituras; vamos, lo que "realmente había querido decir Dios". Por lo tanto, los representantes de la iglesia católica eran los únicos que tenían ese "don divino". A pesar de los años y el cambio de algunos paradigmas de pensamiento, sigue existiendo en pleno siglo XXI la idea de que solo unos pocos tienen el "don divino" para saber cuál es la verdadera literatura y cuál no.

A partir de 1917, gracias a los estructuralistas rusos, se concibió la lectura de textos literarios como una posibilidad científica. Gracias a este cambio de paradigma, se dejó de aceptar la crítica literaria como un dogma. Gracias a este cambio de paradigma, se comprendió por primera vez que cualquier persona tiene la capacidad de comprender una obra literaria. Por lo tanto, la comprensión no es un "don divino", es el producto de una sistematización, de un proceso intelectual.

La lectura de textos narrativos es un acto democrático.

Valorar la importancia del entretenimiento

Como dije en las primeras líneas, estoy a favor de quienes proponen que los textos narrativos tienen el poder de entretener, de provocar una catarsis, una emoción estética. Sin embargo, es bastante obvio que para lograr esta función es necesario un método, o en otras palabras, un oficio literario

Por lo tanto, en la próxima entrega platicaré del otro componente de la comunicación literaria, la persona que escribe historias: autora o autor.


o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o - o

Fuentes

Aristóteles (2004). Poética. Buenos Aires: Leviatán.

Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. México: Fondo de Cultura Económica.

McKee, R. (2015). El guión. Barcelona: Alba Editorial.

Comentarios

Populares del mes

L1. "La mujer escondida" - "Xtakumbil Xunáan", Anatolio Pech Huchin | Narraciones mayas de Campeche

Un chef de Nueva York revela secretos comerciales | Anthony Bourdain

Historia del pájaro que habla, del árbol que canta y del agua de oro

¿Quien Es Zuhuy Teodora?

"Un pájaro", José Juan Tablada