Durante la secundaria me encantaba jugar con mis amigas a que éramos Sailor Scouts. Sin embargo, antes de iniciar teníamos discusiones acaloradas porque todas queríamos ser Sailor Moon, y buscábamos pretextos para justificar que cada una de nosotras debía ser nuestro personaje favorito.
A mí siempre me decían que era Sailor Mars porque tenía el cabello igual de oscuro y largo. Esto era verdad en apariencia; la realidad es que yo no vivía en un templo y tampoco era enojona. Tampoco quería ser Sailor Mercury, aunque debo reconocer que sí era estudiosa como ella, pero no era una niña tranquila, y mucho menos tenía el cabello cortito.
Por el contrario, añoraba ser Serena en cada ronda, porque al igual que ella era olvidadiza, tragona, relajienta, enamoradiza, siempre se me hacía tarde, y los profesores me sacaban del salón por mal comportamiento. No prestaba atención a que era rubia, porque mi cabello era muy largo y podía hacerme dos coletas como ella.
En esas discusiones también le reclamaba a mis amigas, diciéndole a una que debía ser Sailor Jupiter porque era la más alta, tenía el cabello oscuro hasta los hombros y llevaba coleta; otra amiga debía ser Sailor Mercury porque era la mejor portada del salón. La verdad es que nadie podía ser Sailor Venus simplemente porque no éramos rubias, y además era un personaje que no llamaba la atención.
Por fortuna, estos desacuerdos se resolvían rápido y nos turnábamos para ser nuestro personaje favorito. Así que jugábamos varias rondas, y en cada una cambiábamos de personaje; a veces éramos sailors, a veces éramos villanas. Lo importante es que siempre luchábamos ¡En el nombre de la luna!
Además de recordar bellos momentos de mi infancia, quise evocar este juego debido a que, por una extraña razón, durante la niñez tenemos bastante clara la función de los textos narrativos, aunque no conozcamos los términos teóricos. Sin embargo, por otra razón aun más extraña, solemos olvidar esta función cuando crecemos.
Competencia literaria
Asignamos esta definición cuando nos referimos al conjunto de convenciones que se requieren para leer un texto literario. Si bien el término textos narrativos va más allá de la literatura, como vimos en las entradas Uno y Dos, ahora conoceremos otras características que se encuentran en los textos escritos. Por ese motivo nos referimos a la competencia literaria y no a la competencia narrativa (que dicho sea de paso es posible utilizar, adecuando los elementos que describiré).
Para desarrollar la competencia literaria es recomendable cubrir tres funciones. Estas funciones se repiten en cada texto que leemos. Las convenciones que nos permiten leer un texto literario son el pacto ficcional, la pertinencia, y la coherencia. Veamos con detalle cada una de ellas.
Pacto ficcional
También se denomina acto del habla ritual, quasi-aserción, fictivización o verosimilitud. Independientemente del término, comparten el mismo significado: los textos literarios no son 'la realidad'. Por muy realista que sea la obra en cuestión, no significa que haya ocurrido en la vida real, aunque existan atisbos históricos.
Cuando jugábamos a las sailor scouts, sabíamos perfectamente que era un juego, lo que hacíamos no era verdadero. Las Youmas no existían, y nunca llegarían a nuestra escuela para atacarnos; tampoco poseíamos cristales de transformación.
Por lo anterior, será importante recordar que la función principal de la literatura es provocar un cambio de actitud, a través del gusto, la diversión o el entretenimiento. Debido a que la lectura no implica algún tipo de obligación fuera del gusto por el mismo acto lector, es imprescindible revisar los diez derechos de las personas que leen. En su libro, Daniel Pennac narra de forma brillante cómo le hemos atribuido funciones de propaganda a un acto que debe tener como finalidad primordial el entretenimiento:
- No leer si no nos place
- Saltarse las páginas de un libro
- No terminar un libro si no nos llamó la atención
- Releer aquellos libros inolvidables
- Leer cualquier cosa, independientemente si es considerado 'buena literatura' o no
- Leer lo que provoca el mayor número de sentimientos y emociones
- Leer en cualquier parte; el lugar indicado es el que nosotras decidimos
- Hojear si no disponemos del tiempo necesario
- Leer en voz alta para maravillarnos de las palabras pronunciadas
- Conservar en la intimidad las razones por las que leemos
Coherencia
Esta convención suele ser la más complicada de las tres, pues implica que debemos desarrollar una comprensión, tanto en el contenido como en la forma de los textos literarios. Cuando encontramos coherencia en las obras, podemos decir que estamos realizando una lectura sofisticada. La coherencia está en los aspectos sintácticos y semánticos de la obra literaria, a través de las siguientes características:
Sintaxis: Conocemos las características del lenguaje en el que se presenta (escrito, audiovisual, braille, lengua de señas, etc.)
Semántica: Se presenta a través de las siguientes operaciones retóricas:
- Elisión, supresión u omisión: Analizamos el vocabulario que emplean las diferentes voces narrativas, así como la manera en como están organizados los diferentes tipos de palabras en las oraciones.
- Permutación: Se logra cuando identificamos todos los elementos de la trama narrativa. También cuando determinamos las técnicas del ritmo de la historia (tiempo de la fábula, tiempo del discurso, tiempo de la lectura).
- Repetición, adición o adjunción: Se obtiene cuando identificamos aliteración y rima; también cuando encontramos una estructura gráfica diferente de la escritura, contrario a lo que estamos acostumbradas (es muy común en los ismos).
- Sustitución: Se consigue cuando somos capaces de identificar tanto los nombres de las figuras retóricas, como una posible interpretación de las mismas, en el contexto de la lectura.
Creo que en Sailor Moon solo fui capaz de identificar que cada personaje hablaba de una manera distinta, y cuando aparecían en cada episodio cada personaje tenía una melodía específica. También logré identificar la trama narrativa, porque siempre iniciaban en la casa o en la escuela, y ahí llegaban los enemigos (en la primera temporada), después venía la transformación de las sailors, y cuando todo parecía perdido, lograban vencer a los villanos. Por consiguiente, estaba estructurada como trama lineal, aunque esto nunca lo supe en aquellos años.
Pertinencia
Si bien la función principal de los textos literarios es el entretenimiento, existe una función secundaria, y debería considerarse siempre así: provocar un cambio de opinión en las personas. Debido a que los personajes expresan actitudes y acciones relativas a los problemas de la humanidad, suele ocurrir que comparamos sus conflictos en relación con nosotras y quienes nos rodean.
Dentro de esta convención se encuentran también los sentimientos o emociones que nos provocan las situaciones presentadas. También se amplía el conocimiento de la humanidad, a partir de temas específicos que abordan las obras. Por último, es posible encontrar rasgos de intertextualidad (que la historia nos recuerde otras), y podríamos realizar una lectura simbólica (cuando identificamos arquetipos, aspectos universales que se encuentran en varias culturas).
Como he dicho antes, esta función siempre debe considerarse como secundaria, pues no es obligatorio que alguien aprenda algo cuando lee ficción, tampoco es obligatorio que cambie su forma de pensar respecto a ciertos temas, y la literatura tampoco debe servir para cambiar algún tipo de comportamiento. Si una persona, después de leer, manifiesta que experimentó un cambio en su forma de pensar sobre algún tema, o que después de leer está convencida de realizar una acción en la vida real consecuente con lo que aprendió en su lectura, se puede considerar como una función secundaria, y no es obligatorio que el resto de las lectoras que leen la misma historia se comporten igual.
Sailor Moon era nuestra caricatura favorita. Cada episodio contaba una historia que nos trasladaba a otros mundos, aunque también asociábamos comportamientos de los personajes con los nuestros. Éramos felices viendo como unas niñas de secundaria vencían enemigos poderosos en cada ocasión, a pesar de tener problemas en la escuela o en la casa. Añorábamos tener un novio como Tuxedo mask, y nos parecíamos a ellas porque la amistad era lo más importante para nosotras, así como el amor hacia nuestras familias.
A lo más que llegué en el mundo real, fue peinarme como Serena para ir a la secundaria. Fuera de ello, no realicé algo en mi vida real que se pareciera a la caricatura. Por otro lado, creo que el único atisbo de intertextualidad lo identifiqué cuando supe que la torre de Kyoto sí existe en Japón, y que aparece tanto en Sailor Moon como en Las Guerreras Mágicas.
Tal vez debido a mi edad, fue imposible realizar alguna lectura simbólica de la caricatura. Creo que ahora, después de casi treinta años, podría decir que una lectura simbólica se encuentra en el arquetipo del salvador, transfigurado aquí como la salvadora: un personaje cualquiera que ha sido destinado por la divinidad para salvar a la humanidad, y no puede escapar a su destino.
En la medida que logramos desarrollar las tres convenciones del acto de la lectura, podemos confirmar que, a la par, estamos desarrollando nuestra competencia literaria.
En la siguiente entrega platicaremos acerca de la función de las editoriales en la comunicación literaria.
¡Nos leemos pronto!
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Fuentes
Culler, J. (1978). La poética estructuralista. Barcelona: Anagrama
Culler J. (2000). Breve introducción a la teoría literaria. Barcelona: Crítica
Dijk, T. (1999). Pragmática de la comunicación literaria. En Mayoral (Comp.). Pragmática de la comunicación literaria. Madrid: Arco/Libros
Dijk, T. (1998). Estructuras y funciones del discurso. México: Siglo XXI
Eco, U. (1997). Seis paseos por los bosques literarios. Barcelona: Lumen
McKee, R. (2015). El guión. Barcelona: Alba Editorial.
Pennac, D. (1993). Como una novela. Barcelona: Anagrama
Schmidt, S. (1980). Fundamentos de la ciencia empírica de la literatura. Madrid: Taurus
Schmidt, S. (1999). La comunicación literaria. En Mayoral (Comp.). Pragmática de la comunicación literaria. Madrid: Arco/Libros
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