Semblanza
Atzín Nieto nació en la Ciudad de México, en 1991.
Estudió Lengua y Letras hispánicas en la UNAM. Es columnista para Editorial Alianza en El Librero, revista Morbífica y Solo Novela Negra. Es guionista para Su casa y otros viajes en Radio Educación. Fue becario en el Festival Cultural Interfaz Pachuca 2017.
El cuento "La venganza del Rōnin", se incluyó en la antología de becarios del FONCA de la generación 2019-2020.
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La vengamza del Rōnin
gansos silvestres en parejas.
Al verlos me invade la tristeza.
Todas las noches estoy aquí,
a la orilla del río, esperando:
Los peces pueden, según las tradiciones,
traerme mensajes de mi amado.
A la orilla del río.
Faltan dos horas para que el sol se oculte. Las nubes dibujadas en el cielo anuncian la presencia de una fuerte lluvia, pero la mujer en el puente del Arcoíris sigue firme como si le hubieran salido raíces desde los muslos hasta el suelo, lo que asemeja una hermosa estatua que vigila y protege el paso entre la ciudad y el exilio. No parece inmutarse ante el torrente que se aproxima. Su rostro escondido debajo del sombrero de paja oculta la mirada de angustia e incertidumbre. La frugal sonrisa se ha ido borrando de sus delgados labios. La acompaña un viejo paraguas de bambú que sostiene con ambas manos como si de una promesa se tratase. No se moverá de ahí hasta que las flores de loto pier-dan su olor.
Un mes antes
El juez Di decidió salir a caminar aquella noche sin luna. Por fin había escampado y necesitaba no sólo estirar las piernas sino también despejar la mente. Después de resolver el asesinato de su amigo el Maestro del Acantilado Oriental diez meses atrás, la melancolía había anidado en su frágil corazón y no lograba realizar sus actividades de manera normal en el tribunal de Cantón. Quizá esa caminata nocturna le ayudaría a conciliar el sueño y encontrar algo de paz. Antes de salir tomó su espada Dragón de la lluvia, se colocó el sombrero de viaje y ató sus largas barbas.
Sin imaginarlo sus pasos lo llevaron hasta el noroeste de la ciudad, muy cerca de la humilde posada "La felicidad eterna" que regenteaba el anciano Hirata junto con su esposa. Antes de entrar notó una forma oscura que se deslizaba a través de la alta hierba gracias al claro de la luna. En un instante la sombra se puso frente a él apuntándole con una hermosa katana. Sorprendido el juez Di desenvaino su espada y en seguida arremetió contra el desconocido quien paró el ataque para después contestar con una serie de intempestivos golpes que obligaron al juez Di a retroceder hasta ponerlo contra la pared.
¿Quién demonios eres?, ¿Acaso no sabes que soy el presidente de la Corte Metropolitana en China?, espetó el juez Di mientras intentaba recuperar el aliento.
Sin embargo, el misterioso personaje parecía no tener intenciones de hablar ni mucho menos de ofrecer tregua alguna por lo que volvió atacar al juez Di, quien, a pesar de su hábil experiencia con la espada pronto se vio superado por aquel joven que desprendía un curioso aroma a clavo, canela y pachuli. El estridente sonido de los aceros chocando con vehemencia en esa remota parte de la ciudad era la melodía que armonizaba la noche. Poco a poco los intentos de poder defenderse y contratacar por parte del juez Di se iban reduciendo ante el feroz asalto de aquel oscuro ser que sin lugar a dudas sólo tenía una cosa en mente: matarlo.
Maestro, irrumpió a lo lejos una conocida voz. Era el fiel ayudante Ma Yung quien corría empuñando en lo alto su inconfundible dao sujeto por ambas manos. Antes de verse acorralado, el hombre de la katana trepó con felina agilidad hacia una de las paredes para después perderse entre los techos puntiagudos de tejas de las casas vecinas, no sin antes dejar escuchar un rugido prolongado que desgarró el silencio nocturno.
¿Se encuentra bien, maestro? Fui a buscarlo al tribunal pero Hung Liang me dijo que lo vio salir hace media hora. Recorrí tres de los cuatro templos que hay en cada lado de la ciudad hasta que escuché el sonido de las espadas y me alegro de haber llegado a tiempo. No sé qué hubiera pasado si...
¡Oh!, descuida, lo interrumpió el juez Di agitando una de sus manos para intentar calmarlo. No es nada. Quiso la buena fortuna que pudiera escuchar sus movimientos desde que salí del tribunal. Al parecer alguien sigue enojado con mi presencia aquí y desea mandarme a la tierra de los muertos antes de tiempo.
Pero, jefe, ¿tiene alguna idea de quién pudo haber sido?
No, al parecer son muchos enemigos los que desean terminar conmigo, sin embargo, él es un forastero del norte, lo sé por las ropas que llevaba, pero también usaba un perfume muy característico, ¿lo percibiste?
Al día siguiente
La Posada de las Nueve Flores es una casa pequeña de tres pisos que está situada en la esquina de una calle a las afueras de la ciudad. El lugar es famoso por sus fideos y macarrones, además de servir uno de los mejores vinos de todo Cantón. El primer piso funciona como restaurante y taberna mientras que los pisos restantes son usados como pequeños recintos que alojan a extranjeros. En uno de estos cuartos se encuentra el hombre misterioso de la hermosa katana quien habla en voz baja con otro personaje cuya identidad es casi imposible de ver por la poca iluminación que hay dentro de la habitación.
Has fallado en tu misión Hanshiro. El juez Di sigue vivo y todo parece indicar que reforzará la vigilancia en la ciudad. Pensé que sería un trabajo fácil para alguien como tú.
No te preocupes, la próxima vez no fallaré. Sabía que era fuerte y muy hábil con la espada, pero cuando fui tras él corrió sin mirar hacia atrás. No importa lo bueno que seas, siempre das la vuelta para defenderte. Esperaba ese momento para atacar, pero él no permitió que eso sucediera. A pesar de su edad el juez Di aún es resistente y enérgico, no se parece en nada a todos los objetivos que me has asignado.
Claro y por eso ¿has decidido subir tu cuota? ¿Cuántas monedas de cobre serán esta vez? Recuerda que el dinero no es impedimento para este cliente pero no puedes volver a fallar. Además, en esta época es fácil encontrar a muchos como tú que incluso cobran la mitad de lo que pides. Por cierto, quiero preguntarte algo, siempre hueles muy bien: ¿llevas contigo un xiāngbāo? [**], ya que siempre que nos vemos percibo un aroma a...
Es una mezcla entre clavo y canela, lo hago porque no soporto el olor a sangre.
¿Cuántas vidas has tomado?
La verdad, desde hace mucho que perdí la cuenta.
Eres bueno Hanshiro, ojalá pronto encuentres al asesino de tu padre y puedas tomar venganza. Si no mal recuerdo han pasado veinte años desde entonces, ¿cierto?
Sí, he recorrido varias ciudades del imperio buscando aquel hombre, pero al parecer se ha esfumado. Así pasen otros veinte años no descansaré hasta encontrarlo. Quiero preguntarte una última cosa. ¿Me dirás quién es este cliente que quiere ver muerto al juez Di?
Solo ten en cuenta que es un cliente muy poderoso y desea verse libre de la presencia del juez Di, ya que al parecer ha estado entrometiéndose en varios asuntos que han molestado a más de uno y ahora tiene que pagar las consecuencias de sus actos. Caminó hasta una pared que cedió al leve contacto de la mano derecha para mostrar un pasadizo oculto que conducía hasta una falsa salida a dos casas de distancia y por la que, la persona cuyo rostro permanece tapado, penetró segundos después subrepticiamente.
A esa misma hora, pero en el centro de la ciudad, el juez Di se reunía con sus hombres de confianza dentro del tribunal para hablar acerca del atentado de la noche anterior. En la sala de audiencias estaba: Hung Ling, su consejero íntimo y oficial de orden de los agentes judiciales, Chiao Tai, coronel de la Guardia Imperial, Tao Gan, secretario Jefe de la Corte, Pao Kuan, prefecto de Cantón y por último, Ma Yung y Chao Tai, los fieles ayudantes del juez Di.
En cuanto el juez Di se hubo sentado en el sillón, detrás de la mesa que está colocada justo en medio de la sala, el primero en tomar la palabra fue Chao Tai:
Jefe, ¿tienes alguna idea de quién era el sujeto que ayer te atacó?
Al parecer la única pista que tenemos es su perfume y esa peculiar katana propia de los guerreros que desde hace unos años se autodenominan: samuráis, respondió el anciano Hung Ling.
Tendremos que poner más hombres a vigilar las cuatro entradas de la ciudad, jefe, dijo Chiao Tai, ya me encargaré personalmente de eso.
El juez Di había estado taciturno acariciando sus largas barbas mientras escuchaba hablar a cada uno de sus hombres. No fue hasta que le tocó el turno a Ma Yung:
Maestro, en algunas tabernas me han dicho que ese sujeto ha estado en Cantón más de tres veces, también descubrí que él es muy reconocido en el negocio.
Ya veo. ¿Has podido descubrir cuál es su nombre?
En realidad, nadie conoce su nombre real ni tampoco su rostro. Dicen que él siempre ha matado a cada uno de sus objetivos. Por eso, maestro...
No te preocupes, Ma Young, ¿con quién crees que estás hablando? Soy Yen-Djieh Di, presidente de la Corte Metropolitana en China
Esa misma noche
A pesar de la ligera lluvia el juez Di decidió salir a dar un paseo. Estaba hospedado en la posada "La felicidad eterna", lugar en el que había ocurrido su primer encuentro con el rōnin. Desde los primeros casos, cuando lo nombraron jefe de distrito en Fu-lai hasta el día de hoy que ejerce como presidente de la Corte Metropolitana en China siempre había tenido que investigar los más extraños misterios, en los que, en su mayoría, las víctimas o estaban muertas o desaparecidas, pero, a ciencia cierta, ninguno en el que su propia existencia corriera en verdad peligro.
Antes de llegar a la esquina de la calle y poder doblar hacía la derecha con dirección al tribunal, allí a la sombra de dos altos robles, el hombre de la katana ya lo esperaba. Cuando lo vio pasar saltó sobre él con la intención de partirlo en dos, sin embargo, el juez Di bloqueó el ataque y con un rápido movimiento de muñecas acomodó un par de golpes secos en el rostro de Hanshiro, quien no esperaba tal recibimiento. El suelo mojado hacía difícil moverse con soltura.
El juez Di solo pensaba en poder atrapar con vida a aquel extraño sujeto por lo que empuñó a Dragón de la lluvia y arremetió contra su oponente, quien ahora tenía que defenderse de la furia del magistrado. Hanshiro no se percató, pero en un instante estaba rodeado por varios guardias listos para someterlo. Al sentirse acorralado derribó al juez Di con un fuerte patada que lo hizo caer de espaldas instantáneamente, solo tenía que darle la estocada final y acabaría con el trabajo, sin embargo, aprovechó la confusión para escapar encima de dos guardias y desaparecer bajo la noche.
SIGNIFICADO DE RŌNIN AQUÍ
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FUENTE: FONCA (2020). Antología de letras, dramaturgia, guion cinematográfico y lenguas indígenas. Jóvenes Creadores. G 2019-2020. México: Secretaría de Cultura. Recuperado el 10 de febrero de 2022 de: https://fonca.cultura.gob.mx/jovenesCreadores2020/img/antologia_jc_2020.pdf
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